16 noviembre 2006

Ale y la princesa de los pies descalzos



Cuento que escribí para mi hijo y mi sobrina cuando tenían 4 años.

Había una vez un camino de baldosas, todas ellas de distintos colores. Ale se quedó muy sorprendido y decidió saltar de baldosa en baldosa, pero pisando sólo las de color azul, su color preferido.

Sin darse cuenta, llegó al final del camino y se encontró delante de un hermoso palacio con una gran puerta de madera abierta.

- !AAAAA de Almena!!!!!!!

- S de suspiro

- Hola, ¿Quién eres?

- Hola, soy Susanita, pero todos me llaman "La princesa de los pies descalzos"


Ale no salía de su asombró y preguntó:

- ¿Por qué?

- Es una larga historia

Susanita explicó a Ale que a ella siempre le gustaba andar descalza por palacio, pero .......

Una noche, mientras dormía, los duendes zapateros se llevaron todos mis zapatos y me dejaron una nota:

"Cuando entiendas para que sirven los zapatos, ellos aparecerán de nuevo en tu armario"

Desde ese día yo vivo dentro del Palacio y no puedo salir a la calle pues las baldosas de colores me queman los pies.

- !Vaya! ¿Qué podemos hacer?

- Me gustaría que me explicarás todo lo que hay fuera del Palacio.

- Hay un sol tremendo que nos da calor. También hay muchas flores y pájaros que cantan en las ramas de los árboles.
¡Ah!, lo más importante: Al final del camino de las baldosas hay un parque lleno de columpios, con mucha arena para jugar y una fuente gigante que por la noche se ilumina.
- ¡que pena!

Susanita se dio cuenta de todo lo que se estaba perdiendo por no obedecer y estar siempre descalza.
Llegó la noche y Ale decidió quedarse a dormir en Palacio con su nueva amiga, la Princesa de los pies descalzos.
Por la mañana ......

- ¡Ale, despierta!

- ¿Qué ocurre? ¿Han venido los Reyes Magos?

La habitación estaba llenos de zapatos. Susanita estaba radiante. Rápidamente se puso unas zapatillas rosas y le dijo a Ale:

- Vamos al camino de las baldosas de colores, ya no me quemarán.

Fueron todo el camino saltando y cantando hasta llegar al parque. Susanita no se lo podía creer y sin darse cuenta jugaron, jugaron y jugaron hasta que la luna y las estrellas encendieron el cielo.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

A mi no me contaron ese cuento y así me fue;me sigue encantando andar descalza.
Besos.

Bertix dijo...

A mi también me encanta caminar descalza, pero ya sabes, haz lo que yo te diga y no lo que yo haga ;-)