Hace dos días, a media mañana, recibía la llamada de mi hermana, conmocionada, porque en el Instituto en el que estudia uno de sus hijos, se había suicidado un chaval de 16 años amigo de su hijo. Unos días antes, había preguntado a otro amigo -si me tiro, ¿me mataré?-. Este otro chaval está también destrozado. No recuerda que le respondió. Seguramente se lo tomó a broma, como hubiéramos hecho todos. Aparentemente, un chaval normal, saludable, buen estudiante, sin problemas de relación. Yo no salgo de mi asombro. No se me ocurre que ha podido pasar por esa cabecita con toda una vida por delante para tirarse de cabeza desde un tercer piso.
¿Y esos padres? No puedo ni imaginar cómo deben sentirse, que culpabilidad sobre sus espaldas y sobre el resto de su existencia. Se me abren las carnes sólo con pensarlo ...
Mi hijo va al otro instituto, pese a que éste le tenemos más cerca. Comparten ruta. El miércoles al subir el conductor, que conoce a todos y cada uno, lloraba, y los chicos le preguntaron. Al fin y al cabo vivimos en un pueblo, en Madrid, un pueblo con "calidad de vida" dice nuestro alcalde, pero pueblo al fin y al cabo. Y los de un instituto y otro se conocen. En esa ruta, el jueves, más de uno conocía a ese niño, y debía masticarse el dolor, tanto como ayer al mediodía en La Almudena.
Y ahora la vida sigue para todos los demás, menos para esa familia en la que la vida se ha detenido de forma brutal. Y los que seguimos, lo hacemos con miedo, con temor, e intentamos hablar con nuestros hijos, intentando "razonar" el porque de lo ocurrido, intentando explicarles que fuera cual fuera el problema, siempre nos tendrán a nosotros, que esa no es la forma de solucionar las cosas. ¿Qué podía atormentarle tanto? una chica, un suspenso .... A veces, tal vez, no damos importancia a sus problemas, a los propios de su edad, que para ellos son todo su mundo. Fuera lo que fuera tuvo un sufrimiento interno muy grande.
Descanse en paz.