10 octubre 2006

Pirineo aragonés (Lorenzo)


Fue algo imprevisto, como una nevada en el mes de agosto. Sin embargo no era frío, su sol era muy cálido. Tenía ante mí un territorio inexplorado que se abría prácticamente en exclusiva. Encontré frutos en sus tierras y pude saborear sus fresas silvestres.

Lorenzo me dijo “para conocer el amor hay que conocerte a ti”, pero fue un amor recíproco, intenso, breve, apasionado, sincero, cuyo aroma permanece y permanecerá por siempre en mi recuerdo.

Recorrer su cuerpo, descubrir sus paisajes fue a la vez un descubrimiento de mi misma, de mi capacidad respiratoria, de mi capacidad para subir y bajar, de mi capacidad de sentir y de llegar a lo más alto, a la cima, y rozar su cielo.

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