Y ya no lloro pensando que si no me como todas las lentejas se las va a comer el lobo, porque las lentejas ahora me gustan y, además, si me descuido un poco, mi cuñado se come las suyas y las mías, porque dice que el dedicarse a la búsqueda infructuosa de un trabajo a su gusto le produce un hambre feroz.
El famoso Coco, que por cierto nunca supe que aspecto tenía y que según parece estaba dispuesto a venir en cuanto fuese desobediente, resulta que no existe, aunque tenga el mismo nombre que el desagradable perrito de mi suegra, al que debo pasear tres veces al día si quiero tener callados al perro y a la suegra.
Y el temible hombre del saco ya no me importa, porque ahora no derrocho mis ahorros comprándome caprichos sin ton ni son. Entre mi mujer, su madre y el Inspector de Hacienda administran todo mi dinero para que no lo malgaste.
Tampoco me importa que si digo alguna mentira me crezca la nariz como a Pinocho,porque aunque mi nariz creciera un poco más no se notaría y además, en mi profesión es obligado disfrazar y exagerar un poco la verdad, si se quiere tener algún éxito en las ventas.
En aquellos años también había fantasmas arrastrando cadenas con algún cometido siniestro que no me acuerdo y que ahora me vienen a la cabeza cuando me cruzo con mi hijo por el pasillo de casa cuando yo me levanto para ir a trabajar y él vuelve de juerga.
Afortunadamente me he hecho mayor y ya no tengo miedos, pero, a veces y sobre todo cuando veo a mi mujer con las rodajas de pepino en los ojos, echo mucho de menos a la Bruja Piruja, el Señor Lobo, El Coco, el Hombre del Saco, a Pinocho y a los inofensivos y elegantes fantasmas.
PD: A mi hermana y a mí siempre nos mandaban a la cama y en silencio. Si no obedecíamos nos decían que vendría el hombre del saco. Una noche, mientras charlabamos en la cama con la luz apagada, llamaron a la puerta. Abrió mi madre y yo salí de la cama a ver quien era. ¡Menudo susto me llevé! Mirando detrás de la puerta ví un señor muy grande y me marche corriendo a meterme bajo las sábanas. Al día siguiente, supe que era el sereno.
7 comentarios:
Que lastima que con la edad esos temores que nos hacian tener de pequeños sean mas gandes o a cosas mas peligrosas...sobre todo porque de pequeñso cuando tememos somos concientes de ello, en cambio de grandes nos es mas dificil aceptar nuestros miedos....
Hermoso el relato que nos dejas me dan ganas de leer el libro!!!!
Me lo apunto para comprarlo!!!
Besukones guapa y buena semana!!!!!!
La infancia es mucho más importante de lo que parece... menos mal que los padres y madres hoy son mucho más conscientes de lo que trasmiten.
Besos compañera
jajaj, me imagino tu carita de miedo antes de saber q era el sereno!
Hola Bahhia, me encanto el cuento, sobre todo el final con el sereno... agregue el blog a los favoritos de mi blog, me encanta la diversidad de tus publicaciones...
Muy divertido...
Me ha gustado mucho
a mi también mi abuela me decía lo del hombre del saco
y lo pasaba fatal ahora tengo mucho miedo a la oscuridad.
Así que procuro no meterle miedo a mis crios ahora
Un beso.
Gise, menos mal que todo va evolucionando, incluso la enseñanza, a duras penas, la educación ... Y es que enseñar bajo el temor ... es sólo para controlarnos. No funciona, al menos, con nosotras :-)))
Dori, en eso estamos . . .
Descarga, todavía recuerdo la sensación de pavor.
Zhair, gracias y un placer. Te enlazo yo también, solo que tengo un pequeño problema con tu blog ¿por que me dice que tengo que habilitar mi perfil?
Lucia-M, supongo son cosas de la época.
bss.
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